Programación

6 diciembre, 2006 at 22:00 (Pensamientos)

Ayer fue un día raro. Era día laboral, pero mi hija se levantó con fiebre y no pude llevarla al colegio ni ir a trabajar. Aparte de cuidarla y las cosas que hago todos los días, laborales y no laborales, me pasé el día deambulando por la casa más perdida que un pingüino en un garaje. No sabía qué hacer, no se me ocurría en qué ocuparme y era incapaz de quitarme de la cabeza el cierre del mes que tendría que haber entregado ayer.
Hoy las circunstancias son las mismas, salvo que es fiesta. Y en menos de dos horas he hecho un montón de cosas que ayer no se me ocurrieron en todo el día.
Supongo que es porque ayer llevaba puesto el chip de día laboral y hoy no.
La pregunta es por qué. ¿Por qué quedarme ayer en casa me desorientó tanto? ¿Sólo porque se suponía que tenía que estar trabajando? ¿Y hoy funciono porque una persona normal porque ya estaba previsto pasar el día en casa, independientemente de que mi hija estuviera mala o no? ¿No es un poco absurdo?
Quiero decir, si ayer hubiera hecho lo que ya he hecho hoy, me habría cundido el doble y hoy tendría infinidad de cosas menos por hacer. Y no me hubiera pasado el día mirando entorno mío como si me faltaran un ordenador y un fajo de facturas. Podría haberlo hecho, pero ni siquiera fui capaz de pensar en todas las cosas que había por hacer en casa, sólo en las que me estaban quedando colgadas en la oficina.
Sólo a partir de las seis, la hora en que salgo habitualmente de la oficina, empecé a sentirme más o menos centrada. Tenía que dar baño, preparar la cena, preparar el menú de hoy (o como mínimo tenerlo claro), poner una lavadora y planchar tres prendas que tenía dobladas encima de la tabla de planchar. Menos lo del baño y la cena, todo lo demás podría haberlo hecho a lo largo del día en lugar de atosigarme con tareas a última hora del día. Podría haberme tomado la tarde de relax.
Y no supe.
¿Es por la sociedad en que vivimos o es que yo no sé saltarme mis propias rutinas? ¿Es porque estamos tan acostumbrados a la rutina de los días laborales (o escolares) y los de descanso que cuando nos sacan de ahí no sabemos a qué santo encomendarnos? ¿O soy yo que carezco de adaptabilidad?
No sé. ¿Es que soy adicta al trabajo?
En fin, supongo que es una duda existencial sin solución y probablemente además sin importancia, pero no deja de picarme la curiosidad. Me choca esta incapacidad para programar tareas alternativas cuando las que tenías previstas no pueden llevarse a cabo, sea por el motivo que sea. Será que soy más rara que un perro verde.

1 comentario

  1. Patrick said,

    Mas rara que un perro verde.

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